Antrofobia


Ah, ke chido. El sabadrink, me fui de antro con unos cuates, son cuates del justo, y fuimos porque fue cumpleaños de uno de ellos. Fue una experiencia muuuy rara. Me explico:


Al principio, era super weba, de hecho, no pensábamos ir a un antro, pensábamos en ir a bailar a un lugar diferente, donde pudiéramos cenar, platicar, escuchar música en vivo y bailar, sin embargo, las cosas no resultaron como esperábamos y terminamos en ese lugar. Al inicio, pues era la extrañeza de estar en un lugar en el que no puedes respirar bien, no puedes platicar porque el volumen de la música lo vuelve imposible, además estar viendo chavitos incluso menores de edad, en actitudes de “mevalemadreselmundo”, además de hetéreo y homosexuales descarados atascándose sin pudor ante las miradas de sus amigos y de cualquier persona. También darte cuenta de que aquella chava que había estado dándose unos espectaculares entres y arrimones, al rato hacía lo mismo con alguien más, y el primer chavo, jugando al gay besándose con quienes sí lo son. Y hasta la ropa, esa manera de vestir extraña principalmente en las mujeres quienes muestran una moda o estilo muy parecido al de cualquier prostituta de mediana categoría. Bueno, a mi qué me importa cómo se vistan los demás y lo que hagan, a mi debería importarme lo que haga yo y cómo me va a mi. Sin embargo, esas primeras percepciones sin duda que me hacen pensar en ello y formarme un punto de vista, opinión que no es importante conforme avanza la noche, pero que surge como producto de la primera experiencia, de la primera sensación ante un estímulo nuevo.

Después de unas chelas y de estar observando todo, de estar armando la jugada para que en caso de que hubiera violencia, saber por dónde podríamos salir, después de conocer el funcionamiento de los meseros, y de darme cuenta de que nadie pela a nadie, de que ese es un mundo de abandono, de abstracción, de nulidad, de ensimismamiento y criptoforidad, fue que comencé a mover la patita al ritmo de la música, que al principio era solo punchis punchis o música de banda de esa que no pasan en las estaciones pop de radio, sin embargo, el punchis punchis repetitivo e hipnótico, se fue convirtiendo en punchis punchis rítmico. Bueno, no puedo decir que las inserciones de pop no hayan ayudado, ni que las tres o cuatro chelas ya hubieran empezado a hacer su efecto socializante. El caso es que comencé a bailar sin una pareja específica, porque quienes nos paramos a hacerlo, no éramos un número igual entre hombres y mujeres. No me quedó más remedio que seguir bailando y en el momento de las cumbias o las salsas, pues agarrar a alguna de las chavas para continuar con el meneaíto de cola al ritmo de las mezclas extrañas de salsa con música norteña.

Terminé desconectando mi cerebro del pensamiento, para utilizarlo solamente en las funciones vitales que requería, como eran: respirar, ver, o dizque bailar. Sin duda que me vi obligado a no pensar para poderme dar la oportunidad de disfrutar. Porque eso sí, pues ya lo bailado, quién me lo quita.

No me mates, por favor, aún no, yo puedo morir solo.

Te lo dije muchas veces, es más, siempre te lo pedí de la mejor manera. Sin embargo, te obstinaste en no hacerme caso, te obstinaste en olvidar tus promesas, te obstinaste en negar mi existencia. Sin embargo, no me hiciste desaparecer, porque me llevabas encadenado a todos tus rincones, me obligabas a mirar mis miembros mutilados, me obligabas a mirar cómo devorabas mi cerebro y mis manos. Yo te lo pedí siempre, te pedí que no me mataras, te pedí que no forzaras mi deceso, te rogué piedad, te imploré compasión. Sin embargo, no quisiste escucharme. -¡Yo puedo morir solo, yo puedo hacer eso, de verdad, yo puedo hacerlo. No tienes que matarme!,- repetí incansable, ¿para qué? Si ya te alimentaste de mi, si ya hurtaste mi tiempo y mi voluntad. ¿Para qué? ¿Para qué sometiste mi aliento y mi pensamiento?

Yo te entregué todo, no tenías que quitármelo, yo te lo entregué, no tenías porqué despojarme abruptamente. Por eso te imploré que no me mataras, pero decidiste besarme. Pero decidiste secuestrarme. Soy tuyo y lo fui siempre, era innecesario que maltrataras esta decisión. Sólo te pedía que no me mataras, que yo moriría solo. Únicamente te pedía que tuvieras clemencia, ya estaba enterrado, ya no tenía mayor voluntad, ya había perdido todo, te había perdido a ti.

Fue lo último que alcancé a gritarte: ¡No me mates, por favor, aún no, yo puedo morir solo! Pero una vez más, tu tiempo siempre ajeno al mío solamente te aceleró. Ya estaba acabado, ya había muerto, ya no había amor que perseguir ni oídos para hablarles, mucho menos emociones sensibles. Yo pude haber muerto solo, pero te empecinaste en hacerlo tú. Incluso en eso te di gusto, hasta en eso me prohibiste decidir. Bastó que cerraras los ojos frente a mí y que te dieras la vuelta. No tenías que matarme, yo lo pude haber hecho solo.

Soy de ti

Eres la espada que atraviesa las almas y ensarta en su vuelo a los sueños y los aprisiona. Eres espada de justicia que enamora de amores y de justicia enamora. Eres espada de llantos y de conatos de amores. Eres espada impasible de aromas, de nubes, de flores…

Eres en mi, mi vida, eres en mi la llama que limpia, el fuego que purifica, la humedad que me controla y las ganas de llorar. Eres llanto y eres espinas, eres sol y eres piedra, eres hojas y tierra, eres sangre y sonrisa.

Porque tengo ganas de ti, de tu cuerpo y de tus ojos, de tu mirada y tu sonrisa, de tu voz que me acaricia y de tu silencio que me exprime y me tortura. Tengo ganas de ti, de tu cuerpo y de tu tiempo, de tu aliento, de tu respiración, de tu estremecimiento. Tengo ganas de ti, de tu cuerpo que trémulo incita a la locura. Tengo ganas de ti, de tu cuerpo que florece y que canta, de tu espalda que grita besos, de tu pecho que vuela y canta.

Porque eres canto y amores, alegrías y reproches, eres dueña de mis llantos, de mis risas, de mis cantos, de mis alegrías, de mis reproches. Eres génesis y apocalipsis de mi, eres vida y muerte en mi, eres silencio y eres ruido, eres caos y eres orden en mi. Eres siempre en mi, porque soy de ti.